lunes, 10 de diciembre de 2012

Octubre, octubre - José Luis Sampedro

Es la primera vez que escribo de un libro que no me ha terminado de convencer, espero ser suficientemente justo con todo lo bueno, que no es poco, que contiene esta obra.

Octubre, octubre habla del retorno, de las segundas oportunidades y del cambio. En un Madrid que varía de los sesenta a los setenta, dependiendo de que personaje tome la palabra en ese momento, acoge la vuelta de dos exiliados de la guerra civil, que regresan a su barrio después de muchos años de exilio. Un exilio que no es sólo externo sino también interno, tanto Luis como Miguel han vivido poderosas experiencias que les dejan cicatrizada el alma.

Luis ira encontrando su sexualidad, cada paso que da en su relación con Agueda/Agata le hace darse cuenta de lo que realmente quiere o esencialmente desea, es un viaje terrible y maravilloso a un tiempo, en el cual será acompañado por su alter ego en la novela: Agueda, ella será la sombra de la luz de Luis o quizás sea a la inversa, ella será la luna de la marea de Luis, ya que ambos se atribuyen ser la causa del cambio que  sufre el otro.

El camino de Miguel es distinto, aunque aparecen varias mujeres en sus escritos, su avance se centra en la felicidad y el orientalismo, una síntesis de su sapiencia aparece en Octubre, octubre,  vamos viendo como poco a poco va descubriendo su espacio, incluyendo su almendro ardiendo particular.

La obra de Sampedro aparecerán muchos más personajes, agrupados en los capítulos de Quartel de Palacio, aquí se desarrollan las historias más mundanas, de amor, de deseo, lucha política y amistad de todo tipo y clase. Mi favorita de todo este batiburrillo de personajes es: Doña Flora, Sampedro dibuja, como el sólo sabe hacerlo, a una mujer que sabe disfrutar de la vida, que a pesar de haberla sufrido es aún capaz de sentirla y emocionarse con ella.

Los puntos  negativos de esta novela, en mi humilde opinión: a veces el lenguaje que usa Sampedro se hace alambicado, meloso y pedante, adjetivo que me da paso para enumerar su segundo fallo: exceso de información, erudición y pedantería en las partes en que toman la palabra Luis y Miguel.

Espero vuestras opiniones para limar la mía.


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